Visitantes

5/5/10

Te escabulliste de mis brazos como la arena desmoronándose sobre el suelo y francamente, no supe que hacer. No sabía si dejarte reposar sobre el dolor o decir algo que consolara tu sufrimiento. He aprendido que cuando uno cae, es para poder levantarse y verte, desplomado, hecho añicos, me hacía dudar de que aquel aprendizaje sirviera realmente para algo. ¿Para que mierda dejarte ahí? ¡Quería cuidarte! Nada más sano que aquello. Quería hacerte parte de mi vida como nunca lo hice con nadie porque en vos encontré todo lo que necesitaba y supuse que vos encontraste en mi, todo aquello que alguna vez quisiste tener con vos. No hay nada más feo que ver caer a una persona a quien se quiere con el alma. No hay nada más lastimoso que verte alejarme de tu cuerpo aún sabiendo que quizás en mi se hayaba una cura, como si fuese ajena a absoluatmente todo, como si nunca me hubieras confesado tus secretos, como si nunca nos hubiesemos querido. Verte cerrar la puerta sin despedida alguna me dejó inmortal en tu recuerdo. Me quedé como siempre con mil preguntas en los bolsillos de los pantalones que uso día a día y aquel recado diario que no me deja olvidarte como a cualquiera. No hay forma de que lidies conmigo, con mis palabras y mi alusión. No podes detenerme en tus sueños, donde lo que uno desea se vuelve realidad. No hay forma de que me hagas odiarte como hasta yo deseo hacerlo. No hay forma de que cambies esta realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario