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20/4/11

Todo termina. Dicen que el fin de algo es el comienzo de otra cosa, pero no por eso deja de doler. Pueden empezar mil cosas, pero uno sigue sufriendo por eso que terminó hace tiempo. Los finales son tristes, las despedidas duelen. Cada vez que decimos "adiós", nuestro corazón derrama una lágrima. El final es el último beso, el último abrazo, la última palabra, la última mirada. El final es definitivo, no hay vuelta atrás. Todo final deja un vacío, un gusto amargo, una pequeña (o gran) nostalgia que nunca se va. Los finales dan ganas de seguir, de volver, de quedarse. El final esta ahí, presente y silencioso, durante todo el desarrollo, y en algún momento, simplemente, decide aparecer y terminar con todo. Aparece de repente, sin previo aviso, y nos deja un vacío en el estomago. Como cuando estas subiendo una escalera, pensás que falta un escalón y te encontrás con el final de la escalera. Eso se siente. Se siente que algo está mal, que algo falta, que no era el momento de parar, pero no queda otra, el final apareció. Todos le tenemos miedo a las pesadillas, pero hay que tenerle miedo a los sueños felices, porque esos son los que no queremos que terminen. Cuando despertás de un sueño lindo, tenes ganas de volver a dormirte y seguir soñando, pero eso nunca pasa, el final apareció. Entonces, esta bien vivir el presente? Esta bien no pensar en el futuro? Esta bien subir la escalera? En algún momento se va a terminar, hay que subir con mucho cuidado. Esta bien soñar cosas lindas? En algún momento nos vamos a despertar. Los finales dan miedo, son feos. Y sobre todas las cosas, los finales no se pueden evitar. 

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